Ki-chan

/ sábado, 17 de septiembre de 2011 /
Kaien regresó a sus dos años a aquella casa, curioso y siempre extrañando a sus abuelos, el niño se la pasaba la mayor parte del tiempo en la biblioteca o en el jardín; no hacía ruido, no molestaba, era demasiado acomedido, no pedía de comer y procuraba no acercarse a molestar a nadie; aún así, el odio para con él dentro de la casa seguía creciendo, Miyano no lo soportaba ver cerca y se alejaba de él cada que podía, aquello, un niño como Kaien, lo sentía, y era cuando daba la vuelta y se iba al jardín a pedir que le regresaran a sus abuelos.

Aun con todo, su madre no pudo ser indiferente mucho tiempo a él, el instinto le ganó y poco a poco comenzó a relacionarse con Kaien, empecé a ver como aquel niño sonreía y prestaba atención a todo lo que se le decía, a tal grado que a mí me agradaba estar con él... y como si aquello no fuera lo suficientemente extraño, Kaien se la pasaba buscándome, jamás se acercaba demasiado, pero de lejos asomaba su cabecita para mirarme, actitud que hasta ahora no entiendo.

Como era de esperarse, Hanako comenzó a reaccionar ante los desplantes que Miyano le hacía al pequeño bebé que no tenía la culpa de su mal humor, aquel día y con toda la burla del mundo, Miyano le dijo que él quería una niña... gracias a eso, al día siguiente, Kaien lucía hermosos vestidos.

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