Los días pasaron normal, yo no me acercaba al cuarto de Kaien por más que éste llorara, no entiendo como fue que él no murió, ni Hanako, ni Miyano, ni el propio Bastián iba a ver que era lo que tenía el bebé. Había veces que pasaba cerca de una semana y el niño seguía llorando, no era hasta que Miyano apuntaba el arma cuando Hanako iba a ver que tenía y lo mal alimentaba; era entonces cuando yo me iba con Miyano, a ver que era lo que requería.
Kaien fue un niño non-grato en esa casa, creo que hasta él lo sentía, puesto que últimamente lloraba en silencio, como si se estuviera ahogando, por supuesto, en aquella época, dentro de la mansión aún no había sirvientes, así que nadie más se hacía cargo.
Un buen día, de casualidad, los padres de Hanako llegaron a la mansión, parece que el bebé también lo sabía, puesto que ese día, comenzó a llorar con más fuerza que nunca, y por obviedad, la abuela, fue a socorrerlo, se dieron cuenta de las condiciones en las que estaba, y aquello desató una pelea. Los abuelos querían al niño, estaban convencidos de que no era la culpa de la criatura lo que les estaba pasando a ellos; pero no había forma de hacerles razonar, los tres adultos eran tan tercos como nadie, fue en ese momento en el que la voz del abuelo resonó por toda la casa.
-Este bastardo, como le llaman, heredará todo el grupo Yamaguchi- la declaración ofendió a Hanako e indignó a Miyano, pero de cualquier forma, no pudieron contestar.
Caminaron a la salida y yo me quedé parado sin hacer nada, la abuela me volteó a ver con dolor en sus ojos -Pensé que tu harías algo por él, Abbbadon- yo solamente fruncí el ceño -A este niño le dieron la espalda como a ti, y aún así no hiciste nada por él... que asco me das- recuerdo que lloré mucho tiempo después de eso, y comencé a reflexionar, aunque no quise a Kaien de inmediato, pero me era más fácil sin aquella presión.
Sin los llantos del niño, la mansión volvía a su silencio habitual y de Kaien no supimos más, él fue criado por sus abuelos.
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