Miyano tardó más en ese lugar de lo acostumbrado, para ese entonces él tendría cerca de 27 años, y como todo lo demás, era mejor una persona más joven para aquel trabajo, un niño, un chivo expiatorio, recuerdo haber visto a aquel tipo de reojo, pero jamás supe su nombre, solo se que la gente decía que haría leyenda.
Mire a Miyano preocupado, parecía que estaba nervioso acerca de lo que iba a pasar de ahora en adelante, claro, la sangre fría se le notaba, lo necesitaba para aquel medio, pero yo había dormido con él, yo había estado en sus brazos, a mí me había cuidado como su propio hijo, yo sabía que él estaba fingiendo para poder seguir vivo.
De aquello que hablaron entendí la mitad, teníamos que ir a Inglaterra a encontrarnos con una familia, de apellido impronunciable en aquellos momentos para mí, de gran dinero, de acuerdo con aquel hombre que daba las instrucciones, aquella era la mejor oportunidad para crecer y hacer fortuna.
Anduvimos hasta el aeropuerto con no más de una maleta, una tarjeta de crédito y una dirección a dónde llegar, cuando esperábamos el avión encontramos a mi padre, él ya nos estaba esperando.
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