Gomitas de azúcar

/ sábado, 17 de septiembre de 2011 /
Todo mi tiempo se lo llevaba Kaien, aunque él siempre con sus vestidos de niña, decía que no le molestaban y que aquellos eran para que su papá lo quisiera. No recuerdo otra vez en la que yo me haya sentido triste como aquella, recuerdo que lo tomé en brazos y lo cargué, saliendo con él a la calle para ir hasta una dulcería, bajé a Kaien y lo tomé de la mano, comenzamos a mirar los dulces, yo no tenía mucho dinero entonces, pero claro, me sentía rico. Miramos el lugar y Kaien me pidió con ojos brillosos si pudiese comprarle unas "de esas", las miré, eran gomitas de azucar. Sonreí, tomándolo en brazos para ir con el tendero y comprar una libra de gomitas, gomitas de azúcar. Nos dieron una bolsa de papel y salimos de aquel lugar con nuestras gomitas de azúcar.

Kaien aún no quería regresar a casa, así que caminamos por el parque hasta sentarnos en una banca, yo le di la bolsa de gomitas y el la abrió ofreciéndome una, la tomé mirando el parque sin especial atención, voltee de nuevo a Kaien, mirando que veía las gomitas con fascinación -Debes comerlas, son dulces- tomé una gomita y se la puse en la boca, él comenzó a comer cuando escupió la gomita en su mano enseñándomela -Ya- me reí, le había quitado toda el azúcar. Tomé la gomita de sus manos para comérmela, y desde entonces, aquella fue nuestra forma especial de comer gomitas.

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