Las cosas se estaban saliendo de control, y si algo odiaba Miyano, era precisamente eso, no tener el control de todo cuando él lo requería; podría verme muy atrevido para pensar distintas cosas, pero yo era un niño, no era ciego, mucho menos tonto, y siendo Miyano una persona tan querida para mí, yo no era ajeno a qué era lo que estaba pasando.
Con el imperio Sagasti a medio construir, el señor de la casa ahora estaba en la mira, no solo de la mafia italiana, sino de todos los inversionistas y empresarios de Italia e Inglaterra, por tanto, era común ver reporteros, paparazzis y demás personas acechando la casa, mismos a los que no se les escapaba nada, y de pronto un día... corrió el rumor de que Miyano tenía un amante. No pasó mucho tiempo antes de que Hanako se enterará y la bomba estallara en casa, pero nadie se metió, eran cosas por las que no valía la pena meter la cuchara, mera necedad de la señora, aquel era un pleito que ella misma sabía que no podía ganar, al menos no con Miyano de enemigo. Pero al cosa no terminó ahí, cual mala novela de televisión abierta, los rumores de que la señora Hanako ahora tenía un amante también no tardaron en llegar, y eso era algo que Miyano jamás le perdonaría...
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