El primer viaje

/ sábado, 17 de septiembre de 2011 /
A los días siguientes que permanecimos en Venecia fuimos varios días a aquella empresa, buscando la manera de que se financiara el nuevo proyecto de Miyano, siempre con el mismo resultado, harbían pasado menos de dos horas cuando le perdimos la vista a mi padre, así que Miyano decidió no preocuparse e ir a visitar la ciudad; con palabras sencillas comenzó a mostrarme lo que era Venecia, sus calles, sus canales y las historias que ellas encerraba, aún hoy llego a recordar algunas. Claro, en ese entonces no tenía ni la menor idea del romanticismo o cualquier otra cosa cursi que hubiese en el mundo, sin embargo ahora sé por qué se les llaman ciudades romance.

Esa noche al son de Domenico Bartolucci, mi padre regresó, diciéndole a Miyano que había encontrado la manera de emprender el negocio, un capitalista que estaba dispuesto a invertir sin problemas, Miyano no lo dudo y aceptó sin problemas aquello, y esa misma madrugada, comenzamos a partir hacia Sicilia.

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